por Herbert Orre
Había una vez un pequeño escuerzo color café brincando
a orillas de un río:
pili pili pili decían sus patitas
pili pili pili una y otra vez
Ensimismado en sus saltitos estaba cuando salió a su
encuentro el conocido cervatillo bufarrón.
El cervatillo le dijo al oído, con mirada pícara:
“Intenta pues adivinar de que color son mis cornamentas,
pero sin abrir los ojos y te regalaré un ramillete de petunias”
“Petunia es esta”, le dijo contrariado el pequeño escuerzo.
“Agarrá para el bosque, son harto conocidas tus artimañas
de mamífero penetrador”
El cervatillo se retiró a la floresta profundamente deprimido,
y el escuerzo logró, con el paso de los años, elaborar
semejante desencuentro.
Hoy, ambos, cervatillo y escuerzo son amigos inseperables y
también fogosos amantes, pero con respeto y armonía.
MORALEJA:
No siempre una morcilla tiene relleno oscuro, ni el futuro tiene
un solo dobladillo.
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